No quiero repetirme sobre lo que ya he podido comentar de lo que significa escribir, compartir, en este medio de los blogs… Pero mientras preparaba el té me acordé de ti, amiga de Andalucía. Y del tiempo que hace que nada sé de tus playas, y de ti.
Quiero creer que no es sólo que no publiques aquí porque lo haces ahora en otros medios, redes, espacios distintos. No creo que sea tu caso. Percibo algo más personal… También porque en alguna ocasión has dejado entrever algo de ti…
Si es esto último, y sé que tienes la fortaleza para enfrentarlo, sabes también que situaciones así suelen darse en el tiempo… Sobre todo en el personal. Y por ello, amiga, comparto hoy contigo el silencio de esta noche. Ya que en compañía del té y la pantalla en blanco ante mí, ha llegado hasta aquí el rumor de las olas de tus queridas playas.
Hace muchos años, al principio de nuestros contactos, te comenté que muchos años atrás había conocido tu tierra, sus gentes, el parque de María Luísa en Sevilla, y también a ella… Y que recordaba su acento andaluz, sus cartas durante algunos meses… Y sus palabras finales. “Tu imagen empieza a diluirse en mi recuerdo”, me escribió por última vez.
Amiga de los mares del sur, un día intercambiamos nuestros teléfonos. Si bien matizaste que eras algo tímida en las conversaciones… Nunca nos hemos llamado.
Tampoco lo haré hoy, ni mañana...

Las relaciones tienen sus tiempos, no siempre coincidentes entre las partes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta la foto.
EliminarTu evocación navega como un velero en calma: rescata memorias y las convierte en latido presente. Has abierto un puerto de recuerdos donde la amistad se hace mar abierto y horizonte compartido.
ResponderEliminarUn fuerte y sentido abrazo, querido amigo Ernesto.
Hay amigos que se quedan en el recuerdo, un abrazo Ernesto.
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