Llevaba
unos días enfrentado con la impronta de ella...
Algo había sucedido que les mantenía enrocados en la fortaleza de
cada uno. No era la primera vez. Se diría que la frecuencia iba en
aumento según pasaban los años.
De
los abrazos, los besos y los te quiero de un ayer no tan lejano, se
había pasado a una relación normal... En la que si bien
seguía vigente el cariño de padre e hija, éste se veía velado por
la impronta... de ambos.
(Impronta
personal: característica personal que se refleja en acciones, obras,
trabajos, o en otras personas)
No
se sentían cómodos en esa situación pero, la situación
continuaba. Una palabra, un gesto, una expectativa de uno hacia el
otro, no cubierta, bastaba para desencadenar un nuevo periodo de
alejamiento, silencio, sequedad y aparente indiferencia... Un pequeño
infierno. En el que el entorno familiar se veía involucrado.
Ayer,
de camino a su trabajo, le vino un pensamiento. Que tomó, no sólo
con interés sino con gran determinación... ¿Cuál es, realmente,
la razón de todo esto?
¡Concluyó
al instante que todo se debía a él mismo!. ¡Su personalidad, su
“yo”, su ego, se sentía amenazado!
Y
comprendió de inmediato que todos los desencuentros, enfados,
enfrentamientos, sean de la índole que sean, proceden únicamente de
este aspecto. ¡El miedo al otro!
Miedo...
al otro.
Y
algo empezó a clarificarse en él. Algo que ya sabía, sí, pero que
nunca vio con tanta nitidez.
¿“Yo”,
ego, personalidad?. ¿Qué “yo”, qué ego, qué personalidad?...
Y notó como esa carga emocional que sustentaba se diluía. Notó
como la “importancia” del problema desaparecía. Y
constató que ello era debido a la desaparición de
su propio “yo”, ego, personalidad.
Al
diluirse la ola que creía ser en el Océano inmutable, ¡que supo
que era!, vio desaparecer también todas las demás olas. Empezando
por la que representaba a su propia hija. Y el mar embravecido de los
sentimientos enfrentados, deseados unos, rechazados otros, el caldo
de cultivo de lo que se conoce por “la vida es así”, amainó.
Y
la calma se instaló en su corazón.
Hola Ernesto, cuando reconocemos nuestro miedos. Eso nos permiten conocernos mejor a nosotros mismos, y también nos ayudan a relacionarnos mejor con las personas que nos rodean. Buen fin de semana!
ResponderEliminarUn abrazo.
es tan cierto lo que dices
ResponderEliminares tan difícil para muchos de entender
que nosotros hacemos el ego
y lo pintamos de acuerdo
a nuestro ver
Cuántos miedos nos condicionan sin querer, Ernesto, un abrazo!
ResponderEliminarReconocer lo que no va es mucho, pero también tiene su parte buena que la calma se establece de nuevo y se puede seguir dialogando como en el pasado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es... deshacer los enojos,elegir qué sentir en cada momento nos devuelve el poder en nosotros mismos y el ego,se diluye.
ResponderEliminarSabia decisiòn abandonar la tendencia a imponer el propio ego en las relaciones interpersonales. Tal vez màs fàcil entre padre-hijo que entre compañeros, por ejemplo...
ResponderEliminarMe has dado que pensar, Ernesto,
y mientras pienso te saludo con un abrazo de buen fin de semana :)
Reflexivo tu texto, amigo Ernesto.
ResponderEliminarEl miedo forma parte de nuestra vida como un mecanismo de defensa.
Un beso.
Algo relacionado con tu texto te comentaba en respuesta a tú comentario, Ernesto. Relacionado, al menos. Somos sentimientos, y a menudo nos rodeamos de corazas y muros para ¿protegernos?. De qué?, de quién?... creo que la mayor parte de las veces de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn abrazo
Pero despues de leer tu post creo que hasta es necesario protegerse yo mira ahora ya no me fio de nada ni nadie no se quien puedo encontrarme en la esquina...
ResponderEliminarGRACIAS POR TU AMISTAD Y CARIÑO
Un gran abrazo
Marina
Miedo al otro...Y en ocasiones miedo a encontrarse con uno mismo.
ResponderEliminarEl miedo paraliza y bloquea. De ahí nacen la mayoría de límites que creemos tener.
Mirar dentro de uno, despertar..."Y la calma se instaló en su corazón"...
Claramente lo expones.
Un abrazo, Ernesto.
Cuánto nos hacen equivocar nuestros miedos. A veces es simplemente el miedo de perder el dominio sobre lo que nos rodea, desde simplemente "cosas" hasta personas.
ResponderEliminarMuy interesante entrada Ernesto.
Tu post está pleno de sabiduría... en realidad nada nos puede ofender, en cambio, todo lo que nos duele es porque ha tocado a nuestro ego...
ResponderEliminarPaz y Luz
Isaac
Es muy importante reconocer nuestros miedos e intentar vencerlos.
ResponderEliminarSin duda, ayudará a mejorar nuestras relaciones.
Un abrazo fuerte. Feliz comienzo de semana.
Hola, Ernesto!
ResponderEliminarTu escrito es muy reflexivo.
Creo k todos nós temos barreiras, fronteiras, medos, afinal, k temos de ultrapassar, rapidamente.
La personagem de tu texto refletiu e encontrou la solução y la paz.
Abrazo.
Hola, Ernesto!
ResponderEliminarComo estás?
Gracias por tus visitas y sinceras palabras.
Compreendo, perfeitamente a tua posição e opinião, que respeito mucho, deveras.
Devermos nos sentir bién, à vontade, nos blogs que comentamos y em temas que nos agradem.
É verdade que escrevo poesia sensual e erótica, mas tenho una vida, absolutamente, normal: estudo, trabalho e tenho una família feliz, graças a Deus.
Mais una vez, agradeço tua opinião e sinceridade.
Dias muito felizes.
Abrazo com amizade.
Gracias amigo por tu comentario en "Sueños"...ahora ya en casa .
ResponderEliminarun abrazo
Marina
¡Cuánta verdad en estas palabras! ¡Qué mala la influencia del yo! Sólo los que miran a sí mismos no son capaces de ver a los demás! Gracias por este escrito tan certero.
ResponderEliminarUn abrazo, Ernesto.
http://lecturaalahoradelte.blogspot.com.es/
Hay que ser sabios para dejar al lado el odio y el enojo, saludos.
ResponderEliminarHola Ernesto, interesante planteamiento de tipo existencial...a veces nuestro "yo" nos impide ver más allá de la mirada externa. Vemos todo desde una mismma óptica: miedo de perder.de dejar de ser uno mo...difícil establecer límites.
ResponderEliminarun abrazo
Estpenda reflexión
Hola Ernesto, linda reflexión. Muy triste que dejemos que nos domine el “YO”. Pero qué maravilla cuando decidimos enfrentar las aguas embravecidas para dar permiso a las aguas mansas… ¡Es otro respirar!
ResponderEliminarTe dejo saludos cordiales y un deseo de buen comienzo de semana.
Maravilloso momento el descubrir la clave, llego la claridad. No todos lo consiguen.
ResponderEliminarUn abrazo!