Hoy…
Día gris y con un ligero y frío viento hace que no haya mucha gente
por las calles. El silencio se adueña del pequeño pueblo de
montaña. Las últimas vacas que regresan van cruzando el puente de
piedra en dirección a sus establos. El sol ha empezado a ocultarse.
Una silueta se enmarca a lo lejos acercándose por el camino. Cuando
inicia el paso por el puente se cruza con una mujer que, cubierta con
un abrigo y envuelta en una bufanda roja, se dirige a la oscuridad,
por donde él ha llegado. Una cuerda al hombro, un cayado, una
linterna y un perro mastín complementan el cuadro.
Una
vez en la plaza y bajo los soportales observa que sólo dos
establecimientos permanecen iluminados. Una antigua bodega con
algunos parroquianos en la barra o sentados en largos bancos de
madera y otro que en su fachada anuncia Fonda Serafín. Decide entrar
en el primero.
Veinte
minutos después sale a la calle y se dirige hacía la iglesia.
Quiere ver si puede pasar la noche en su pórtico. Justo en ese
momento oye que le llaman. Al volverse ve que la mujer de la bufanda
roja trae un ternero pequeño atado por el cuello…
-¿Podrías
ayudarme?, le pide mientras se va acercando.
-Tú
dirás…
-He
dejado a la madre enredada entre zarzas en una acequia y necesito que
alguien me ayude a liberarla. Dejamos a éste en el establo y
volvemos con unas guadañas.
-De
acuerdo…
Tres
cuartos de hora más tarde regresan con la vaca atada y cojeando
ligeramente. Una vez cerrada la puerta del establo la mujer le
agradece la ayuda y le invita a quedarse a cenar. Avivada la cocina
con nueva leña reconforta el ambiente. Mientras Manuela coloca sobre
la mesa quesos y embutidos, pan, vino y pone una sartén al fuego.
Desprovista de la bufanda que la cubría cabeza y parte de la cara
descubre un ensortijado pelo rojo muy corto. Que resaltan, si cabe,
unos ojos negros… Juan no puede sino admirar aquel rostro.
Cenan
al calor del fuego y en entretenida charla. Manuela le pregunta que
qué hace por esos caminos y él le cuenta que es una especie de
encuentro consigo mismo… Y riendo añade que si bien puede parecer
un vagabundo, y reconoce que vive como tal, no lo es. Ella le comenta
que vive con su hija de ocho años y con su hermano. Que éste está
de viaje, y que regresará en unos días. Al preguntarle por la
pequeña le dice que la había dejado esa tarde con sus abuelos.
Pasan
las horas. El ulular del viento que se ha ido desatando les advierte
que la noche será desapacible en el exterior… -Puedes dormir aquí
si quieres. Tenemos habitaciones de sobra.
Cuando
Manuela se levanta por la mañana le encuentra en la cocina tostando
rebanadas de pan sobre la chapa caliente… -Uuummm… ¡qué bien
huele por aquí! Buenos días, ¿qué tal has dormido? Preguntó
mientras sacaba del frigorífico mantequilla y mermelada.
Desayunando
Manuela le comenta que, siendo domingo, suelen ir a misa. No porque
fuese una cuestión de fe, dice sonriendo, sino por el hecho de que
el cura es primo suyo. También por lo que supone de encuentro
familiar y social entre vecinos. -Bueno, acabó reconociendo
echándose a reír, ya verás que para muchos es más una reunión de
amigos que otra cosa..
Poco
antes de llegar a la puerta de la iglesia una niña se acerca
corriendo y se echa en brazos de Manuela… -Mi hija María, le dice.
Se dirigen hacia un grupo de gente que charlaba cerca de la fachada y
tocándole el hombro a una mujer joven que estaba de espaldas la presenta como su compañera.
-¡Es Isabel, mi pareja!
Tres
días después abandona el pueblo con la mochila cargada de viandas.
Deja atrás no sólo una vivencia entrañable sino también un grupo
de grandes amigos.
El no ser extraño hace que al ser social la gente te abran sus puertas y te acojan en sus casas, así fue al pasar por este pueblo lleno de calor humano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué precioso este texto,lleno de calor humano,de esencia y sensibilidad!
ResponderEliminar
ResponderEliminar...y ser feliz, aunque no pase nada. Por el sencillo placer de vivir.
Qué hermoso. Abrazo, Ernesto, buenas noches.
Fue un momento de ilusión, la vida sigue, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarEs un relato muy bonito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Feliz semana.
Me gustó mucho tu relato, tiene de todo sobre todo amistad y una imagen preciosaaa!!!!!! besos Ernesto.
ResponderEliminarErnesto, es un relato muy tierno y emotivo.
ResponderEliminarUn grande abrazo!
Uuuummmmm... me encanta la ternura con la que relatas "un día cualquiera" en la aldea de un cuadro mágico, no por especial, sino por entrañable. Consigues de nuevo traer la brisa fresca de la montaña, sus colores intensos, la musicalidad de sus gentes. Una historia muy hermosa Ernesto.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
Tu entrada rezuma sencillez.
ResponderEliminarRefleja lo simple y verdadero de la vida.
Las personas que nos muestras han alcanzado la sencillez. Y la sencillez es hermosa, irradia frescura. Es natural. Surge del alma.
Disfrutan de una relación cercana con la naturaleza.
Enriquecen todas las dimensiones de su vida, no piden nada, se dan a sí mismos, por eso son capaces de extraordinaria receptividad, no tienen barreras ni miedo.
Creo que para describir así un día cualquiera hay que vivir en esa sintonía.
Un abrazo.
Así resultan ser muchos pueblos
ResponderEliminarpor tantas partes del mundo...los que viven cerca de la tierra
tienen ganancias que otros no tienen
y estos al parecer han pasado varias barreras , en la aceptación de lo diverso...la tolerancia y el respeto.
Un texto muy humano. Desde la sencillez
ResponderEliminardel viajero se percibe lo natural que puede ser la vida si así se desea y lo mucho que llena siendo así.
Un abrazo.
Un hermoso texto que me huele a pan recién tostado, a leña y humor, olores que asocio al bienestar y al hogar.
ResponderEliminarQue también huele a solidaridad, a empatía y a amistad.
He psado un buen rato de tu mano, Ernesto, imaginando ese encuentro con todos sus detalles, matices y giros que me ha atrapado desde la primera línea.
Un beso,
Y de fondo Only time...Ummmm. Que pequeño gran placer volver y reencontrarme con la magia que emanan tus entradas.
ResponderEliminarYo me mantengo en silencio, que no quietud. Enfrascada en nuevos proyectos y dejándome llenar y embeber por la vida.
Gracias por estar ahí siempre Ernesto.
te dejo mi mas sincero abrazo.
Aveces un día cualquiera puede dejarnos el mejor de los regalos, suavemente, escondido entre momentos de cotidianidad ....
ResponderEliminarMe gusta la magia que has conseguido al compartirlo.
Un abrazo
La vida siempre nos presenta situaciones en las que podemos aprender a ser mejores y además nos regala, de paso, nuevos amigos...
ResponderEliminarSalud y Fe
Isaac
ResponderEliminarMe encanta el nombre de tu blog. Me ha gustado mucho el post. Cuando he leído tu libro preferido me he dicho "este es de los míos" porque sigo leyendo lo que nunca escribió Nisargadatta, pero sí dijo. Saludos.
Desde el primer día que te leí me quedé anclada a cada una de tus letras, desde entonces vuelvo cada día buscando nuevas entradas.
ResponderEliminarEspero no echar de menos nunca tus entradas, que no falten ninguna semana.
Un abrazo!
GRACIAS POR ESTAR EN MIS PALABRAS
ResponderEliminarRECIBE SIEMPRE MI ENERGÍA DE AMOR...
QUE PASES BELLOS DÍAS CON LOS QUE AMAS.
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_________0 BENDICIONES
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Qué lejos ha quedado Orbajosa, qué bello es encontrarse un cuadro de costumbres actualizado desde el punto de vista de un caminante. Qué maravilloso es encontrar todo esto bien relatado. Un placer leerte.
ResponderEliminarHola Ernesto.
ResponderEliminarUn belleza, la sencillez y la humanidad que emana el relato, refleja lo hermoso que es vivir esa vida cotidiana donde se ve la autenticidad de las personas, la tolerancia y sobre todo el respeto hacia los demás.
Un cálido abrazo
Entrañable relato , un gusto haberme topado con tu blog
ResponderEliminarsaludos
escribes historias preciosas
ResponderEliminarun abrazo
Que bien trasmites con este hermoso texto, el mundo de la vida rural, la sencillez de las manifestaciones cercanas, la belleza del entorno y la generosidad de ese compartir techo y comida.
ResponderEliminarComo resultado viene la amistad.
Un abrazo.
Un texto muy hermoso donde la sencillez de un pueblo se refleja en tus palabras, pero creo que en estos tiempos ya no es lo mismo. Los domingos no tienen nada que ver con los de antes, por lo menos en la aldea donde yo voy todos los veranos.
ResponderEliminarHa sido muy placentero recorrer tus letras donde es fácil visualizar todo el paisaje que representas y esas sensaciones entrañables de un pueblo amable, y los sentimientos de la protagonista.
Me ha encantado.
Un abrazo Ernesto.
que la magia te siga envolviendo
ResponderEliminarque tus palabras transformen momentos
que la intensidad como escritor te de lo que quieres
gracias por compartir tanta belleza
Preciosa la pintura que acompaña tu excelente relato que como siempre nos brindas en tus textos una variedad de hermosas imagenes que hacen sentir al lector estar junto a los protagonistas.
ResponderEliminarEs bonito ver que existe gente amable con buenos sentimientos sin una pizca de desconfianza ante un extraño.
Encantada de visitarte y disfrutar de la lectura.
Un fuerte abrazo con mis mejores deseos para ti en este año 2016 que empieza y como yo lo siento va muy de prisa.
Es bueno a veces no andar a la defensiva y confiar un poco más en la vida y en la gente.
ResponderEliminarMe gusto tu relato, es lindo leerte y ver que aún hay gente con corazón bien puesto.
Un abrazo grande desde mi verano bello.
mar
Sin duda si tuvieras publicado algún libro me lo compraría. Tus palabras son la mejor solución para desconectar de este mundo, cada noche te leo y espero no dejar de tenerlo por costumbre. Un abrazo enorme
ResponderEliminarHola Ernesto, que texto tan acogedor, sencillo, cálido el que nos obsequias. En las cosas simples, en los momentos sencillos se encuentra la alegría del día a día. Te dejo un fuerte abrazo y gracias por tu bienvenida y tu amistad.
ResponderEliminarVine a ver si habías escrito algo, así que ya que estoy por aquí te saludo.
ResponderEliminarBuen fin de semana y un abrazo.
Bonito y entrañable relato. Siempre que paso por tu casa me vuelvo con nuevas aportaciones. ¡Es genial! Abrazos y hasta la próxima.
ResponderEliminarMuy bella estampa de un día cualquiera tan rústico y natural...
ResponderEliminarUn abrazo, Ernesto,
que tengas una buena noche