Mari, Diosa de la Naturaleza, es la figura principal de la mitología vasaca precristiana. (Su cueva en lo alto del Anboto) |
Ahora mismo hay un silencio sepulcral… Son las 7:23 de la mañana, pero a eso de las seis, empezó a cantar el mirlo como cada mañana a esas horas. Se sitúa en lo alto de alguna antena de tv, tejado, árbol, y desde allí dialoga con su pareja mientras ésta permanece en el nido. Luego ya durante el día, en esta calle mía, no se le oye. Ni a él ni casi a ninguno.
Donde vivía antes, en pleno valle natural de campas, caseríos, ganado, río de la vida que lo cruza, montes, y la cueva de Mari, (diosa de la naturaleza) en la cumbre del Anboto, aquello era un vergel de sinfonías mil.
Apenas nueve minutos de distancia y la vida, en el exterior, es otra historia. Dentro, un tramo más en la evolución personal…
¡Así de simple es la vida!
Simple y plena.
ResponderEliminarUm buen despertar el tuyo.
Un abrazo.
Bueno, acá a las 7.32 desayuno y te leo, por ahora sólo se oye el sonido del ascensor con los madrugadores o trasnochadores y los automóviles, consecuencia de vivir sobre una avenida ruidosa, ah, y el lavarropas haciendo su rutina, imagino al mirlo y me siento mejor, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarTú la haces simple, Ernesto, es decir, lo complicado es vivir y tú lo haces fácil, simple. Esa preciosa descripción del espacio natural que aquí nos presentas es como tú mismo, natural, apreciando la naturaleza y lo que ello conlleva. Te entiendo, quizás estés consiguiendo que nos preguntemos: ¿Qué complicada es la vida o somos nosotros los que nos la complicamos?
ResponderEliminarMe has devuelto al mundo natural, amigo Ernesto.
Gracias.
The cave can be easily reached, given the height of the mountain peak
ResponderEliminarNo deberíamos complicarla.
ResponderEliminarMuy buena la imagen.
Un abrazo. Feliz fin de semana.
La vida amanece brillante por la mañana, despues evoluciona como nosotros mismos, cada momento es único Ernesto
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana
Hay que saber mirar...
ResponderEliminarsolo así podremos "ver".
Precioso!
Un abrazo.
A blackbird is a messenger of the new day. Life outside offers so many stories, you only have not to miss them. I like what you said about life at the end of post. Life is truly simple, we are the ones who make it complicated.
ResponderEliminarLa vida en el exterior... Es verdad que a veces la complicamos y se la complicamos mucho a los que tenemos al lado.
ResponderEliminarPuede que la vida sea simple y que los complejos seamos nosotros. Nos enredamos mucho más de lo que nos gustaría.
Feliz domingo
Un abrazo Ernesto
Tiene que ser una delicia despertar con el sonido de la naturaleza de cantos de pájaros y demás especies junto a la suave brisa que inunda el paisaje…
ResponderEliminarCómo bien dices la ciudad es otra historia.
UN cálido abrazo Ernesto.
Un vergel de sinfonías mil, ¡qué bonito! (para un ratito) jajaja, es broma.
ResponderEliminarLa vida en el exterior siempre es otra historia, aunque se repita, pero es más divertida...
Muy bonito Ernesto.
Un abrazo y buen día.
Nosotros nos complicamos la vida..... Saludos amigo Ernesto.
ResponderEliminarMe quedó dando vueltas la ausencia de mi comentario. No sé qué pudo pasar, pero blogger me está jugando una mala pasada. Qué bueno que te notificó al correo. Gracias por pasar por mi Espejo del Alma. ¡Abrazos!
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ResponderEliminarQué belleza de relato, qué susurro de palabras para despertarnos, para sentir el día con el frescor de la brisa y el primer canto del mirlo...
Mucha sensibilidad, amigo, para regalarnos esta breve pero interesante cascada de letras. No hay mucho que decir. Quizás nada y sí dejar que el eco de tus palabras nos acompañen.
Un abrazo.
Teo. (me lo puso como anónimo antes, no sé éste)
Que letras tan preciosas, adoro la naturaleza ^^
ResponderEliminarRecuerdo que hace ya muchos años, estuve pasando unos días en una casona donde era un gallo el que avisaba del amanecer. Sí, es otra vida.
ResponderEliminarSAludos.
PS Google has been making changes lately. I have had the option of moderating comments for years, but I haven't changed anything about it.
ResponderEliminarCon un paisaje así el silencio y la quietud es una maravilla. ¿Se puede entrar a la cueva de la Mari?
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu texto, es sólo un reflejo del equilibrio de tu espíritu con el universo. Es una muestra de esa paz que llevas dentro y que te permite disfrutar de las cosas simples de la vida.
ResponderEliminarPosees la virtud de saber valorar la naturaleza, el tiempo, los recuerdos y un largo etc., pero también tienes la capacidad de apreciar y bogar en el presente, disfrutar de la evolución y de los cambios que trae, pues los años te enseñaron a navegar en aguas calmas y disfrutar de sus paisajes, pero también aprendiste a surcar tormentas y a sobrevivir con el viento en contra.
Vivir es un arte que no todos aprenden y que a muchos asusta porque la vida misma es una constante lucha y tú eres un guerrero curtido en mil combates, que disfrutas (de lo mucho o de lo poco, hacia adentro o hacia afuera), logrando (con tu experiencia) que la vida parezca fácil.
Te felicito por tu texto (fiel a tu estilo)
¡Saludos amigo Ernesto!
Ernesto, por fin recuperaste tu blog, y has cambiado la foto de perfil, estás muy guapo.
ResponderEliminarPor aquí también dialogan los mirlos, Ernesto, y las tórtolas, que más que dialogar parece que se lamentan. Y las cotorras que, por suerte no anidan en los árboles que da a nuestro balcón, pero si más abajo del Paseo, y cuando pasan en pandilla charlotean sin parar.
Menuda cueva con vista que tiene la diosa Mari, para mis veranitos la quisiera...
Un abrazo,
Yo creo que la naturaleza nos proporciona muchísima felicidad porque nos recuerda que no somos tan diferentes a ella. Surcamos los mares del tiempo intentando expandirnos, llenar la vida de vida, como ella.
ResponderEliminarUn besito, un abrazo y mucha vida en otra nueva jornada Ernesto!!