Ayer tarde regresaba del viaje a una pequeña ciudad, llamada, creo, capital del vino, o por lo menos una de ellas, HARO, en La Rioja. Había estado acompañando a un amigo, de cierta edad, y a su compañera actual a la cita que ella tenía en el juzgado. Tras haberles conseguido días antes una abogada.
La razón, una denuncia contra ella interpuesta por los hijos de él y sobre, así consta en la citación, “delito impreciso”.
Este amigo había requerido mi presencia hace unos 15 días pues quería que me encargase de la venta de dos pisos que tiene en la zona. Una vez comprobada la situación legal de propiedad de ambas viviendas, así como del resto patrimonial inmobiliario a su nombre, se vio que todo ello estaba compartido con sus dos hijos. En un porcentaje de un tercio heredado de la parte de su madre, fallecida hace unos dos años.
Dichos hijos, uno diplomático de la ONU en Líbano, el otro científico en Helsinki, Finlandia, se oponen a que su padre pueda disponer de sus propiedades para vender parte de ellas, y adquirir la liquidez económica que hoy, por edad y otras circunstancias de movilidad, necesita. Y a su vez pretenden que la mujer que le cuida y acompaña en su día a día, compartiendo vivienda y vida, le abandone…
Y así poder recluirle en algún centro de mayores. E invalidarle judicialmente. Y, cómo no, preservar para ellos el día de mañana todo el patrimonio de su padre.
¿La vida es así? ¡En parte, sin duda!
Al aparcar mi automóvil, recogí de los asientos traseros una chaqueta y dos carpetas. En una de ellas observé como una especie de mancha en forma de gota verde brillante destacaba. Al mirarla de cerca vi que era un minúsculo escarabajo. Mayor de milímetro y medio no era.
¿Cómo entró en el coche. Desde cuándo estaba ahí? ¡Un misterio de la naturaleza!
Tenía cerca el murete de piedras viejas cubiertas de líquenes que separaba el jardín del palacete, ayer de cierto abolengo, hoy centro de celebraciones de bodas, de la calle. Y ahí lo deposité. Me llamó la atención que en vez de dirigirse hacia el interior, hacia los jardines, lo que parecía su mundo, enfiló en dirección contraria, hacia la calle. Y empezó a bajar por la pared.
Lo dejé y me desentendí totalmente. En la certeza de que el pequeño insecto sabía lo que quería y hacia dónde dirigirse.
Y un pensamiento cruzó mi mente. ¿Sabe la humanidad, cada uno de nosotros, qué somos, y hacia dónde nos dirigimos?
Intuyo que los hijos de tu cliente bien lo saben. Espero que el señor pueda resolver con tu ayuda la situación y disponga de lo necesario para continuar, él y su compañera y los hijos entren en razón, ¿Utopía?.
ResponderEliminarLa respuesta a tu pregunta final, la tienen clarísima los hijos de tu amigo.
ResponderEliminarLa posible felicidad de su padre, les importa bien poco al diplomático y el científico.
Total, con una visita al centro de mayores, en navidad, están más que cumplidos.
¡Qué pena!
Esperemos que la justicia actúe como corresponde y el señor disponga de su vida, parece ser que la educación que les dió a sus hijos no incluyeron los sentimientos, al menos ellos no los tienen, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarYo creo que los animales siempre nos han dado mil vueltas en lo que en lo que se refiere a andar por la vida y en los tiempos que corren, aún más. Como tú pienso que el insecto sabrá lo que ha de hacer.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que comentas de esa familia es muy triste. Hay cosas que nos pueden separar de nuestros seres queridos pero que sea por asuntos de dinero es peor si cabe. ¿A dónde hemos llegado y a dónde nos dirigimos? creo que no lo sabe nadie. Hemos arrinconado el corazón en una esquina y nos dejamos guiar por nuestra mente sabelotodo, llena de ideas ajenas a nuestro verdadero yo, algunas de lo más dañino.
Espero que ese asunto se resuelva lo mejor posible.
Besos y un abrazo Ernesto!!🌸
Un texto que de modo inteligente has llegado a poner juntos un problema conocido (no sé si muy frecuente), sobre hijos que pretenden adquirir las herencias de sus padres en vida (al margen de si soportan o no a la nueva pareja del padre o la madre) para colocarlos en una Residencia llamada para ancianos y la del verde escarabajo que no acepta nuestra opinión sobre cómo y dónde debe dirigir sus pasos.
ResponderEliminarEres un chico muy inteligente, Ernesto y también muy altruista.
Un abrazo y un deseo: Feliz jueves.
Corrijo: ... llegado a poner juntos. Un problema...
ResponderEliminarPensaba que nos proponías un caso judicial, entre derechos familiares, pero le has dado un quiebro, para ponernos ante cuál es el camino a seguir, el que se supone que nos corresponde, o el que elegimos fuera de nuestras supuestas capacidades e instintos.
ResponderEliminarTenemos la capacidad de la libre elección, de equivocarnos.
Un abrazo.
Sin duda alguna todo el mundo sabe aquello que pretende, aquello por lo que vive. Lo que pasa es que existe gente buena, generosa, egoísta, envidiosa... Nos encontramos todo tipo de comportamiento, uno por cada persona y según sea esta.
ResponderEliminarSAludos.
La humanidad es un caos, un laberinto. Un conjunto de personas opina algo un día y a la semana siguiente, cambia, pero la naturaleza toda incluyendo insectos diminutos saben muy bien hacia donde deben dirigirse...y, ese par de hijos ingratos algún día sufrirán las consecuencias. Todo se paga en esta vida.
ResponderEliminarAbrazos Ernesto
¿Sabe la humanidad, cada uno de nosotros, qué somos, y hacia dónde nos dirigimos?
ResponderEliminarLa mayoría,no.Simp0lemente caminamos por no pararnos. Pero ahy uha minoría que sí lo tiene claro, caminan hacia el poder y/o la riqueza.Esos son los principales causantes de las desgracias de este mundo.Y es que no siempre saber a donde se va es lo mejor.
Me temo que los hijos de este amigo tuyo son de estos últimos,van a por todo caiga quien caiga,aunque se trate de sus propio padre.
Abrazo Ernesto
Cuanto egoismo tienen algunos hijos, piensan como si fueran a vivir por siempre y no piensan en la voluntad del padre.
ResponderEliminarTriste historia que se repite en muchas familias.
Un abrazo Ernesto.
Me parece un caso muy triste en el que queda demostrada una enorme ingratitud.
ResponderEliminarMuy lamentable.
Un abrazo.
El minúsculo escarabajo lo tenía bien claro, y también los hijos de ese señor, al cual quieren invalidar y quitarle de en medio...
ResponderEliminarPero es difícil saberlo.
Nos limitan las circunstancias y las personas que se cruzan en nuestro camino.
Podemos tener muy claro, lo que queremos, pero luego...
Impresionante, la falta de humanidad de esos hijos con su padre.
Y esos casos están a la orden del día...
Muy interesante el tema.
Abrazos, Ernesto.
Me parece terrible que unos hijos hagan eso a su padre, pero parece que es más habitual de lo que pensamos. Espero que todo acabe bien para ellos y puedan disponer de sus propiedades como quieran ellos y no los hijos.
ResponderEliminarUn abrazi
No lo sabemos, pero como lo intuimos corremos hacia al final. Y cada vez más rápido.
ResponderEliminarSaludos,
J.