jueves, 10 de marzo de 2022

"quetepillo"

 


Una llamada al móvil poco antes de que sonase mi propia alarma para levantarme, 6:40…

─Aitite (abuelo) ¿puedes venir a buscarme?… Es que no me da tiempo a coger el autobús y tengo examen a primera hora. Y ama me dice que está cansada y no se levanta…

Según iba hacia su casa por el valle observé, anochecido todavía, un ternero de color negro pastando ya en las campas de un caserío. Y a la vuelta, camino del autobús, y en una ladera de un monte próximo, todo un rebaño de ovejas tumbadas todavía sobre la hierba… Amanecía.

Y ya habiendo dejado a mi nieta mayor, 18 años, junto a su prima Itzal, en la parada del otro autobús que las acercaría a su ikastola “escuela", seguí camino de mi casa.

Un pensamiento llegó…

- ¿Estará lloviendo ahora en alguna parte del mundo?… Seguro que sí!

- ¿Diluviando?… ¡Muy probablemente!

Sorteé unas obras en la carretera de una próxima rotonda que facilitará el tráfico en ese punto y seguí mi camino… Un suave sirimiri (fina lluvia) jugaba con mis limpiaparabrisas al “quetepillo”…

Recordé el infierno del norte. Y sin que ni una sola imagen de ello me transportase allí, ¡lo que es, es!, supe que la mejor ayuda que puede prestarse es la que, material y personalmente, cada persona puede hacer.

¡¡Hacer!! ¡No lamentar!

El humeante té de cada mañana estaba ya sobre la mesa al cruzar el umbral de mi casa.

23 comentarios:

AlmaBaires dijo...

Muy buena reflexión… hay que ocuparse, en la medida que se puede, aceptando las -propias- limitaciones…

Té verde, ¿no? …una taza por favor. Un beso.

Ildefonso Robledo dijo...

La vida, a traves de las cosas sencillas como las que narras, puede ser bella, muy bella...
Un abrazo, amigo

Alfred dijo...

El trenzar del día a día ante la vorágine ajena.

Un abrazo.

Manuela Fernández dijo...

Sí, la mejor ayuda es hacer todo lo que esté en nuestras manos para impedir que nazca y crezca la violencia. Si todos lo hiciéramos en nuestro entorno no habría guerras, o al menos, se viviria mejor.
SAludos.

Margarita HP dijo...

Hola amigo mío, así es. Justo así. Conforme iba leyéndote pensaba en que dentro de nuestras prisas y cotidianidad, a veces estresante, nosotros decidimos. Nosotros elegimos. Pero a las personas que la guerra les ha llegado así de golpe... no deciden, solo pueden intentar escapar de esa locura.
Es una situación muy dura.
Y necesitan mucha ayuda.

Besos amigo mio :)

maría cristina dijo...

Admiro mucho a las personas que dedican su vida a la ayuda solidaria al prójimo, por lo general desde instituciones, yo solo doy abasto con la que brindo a la familia o amigas en su momento, en el tema que se refiera si está a mi alcance. Un abrazo Ernesto!

Amapola Azzul dijo...

Son bonitos los chirimiris, hoy aquí no éso.

Disfrutar de las sencillas cosas ayuda a vivir.

Besos.

Enrique TF dijo...

Qué bello recorrido, amigo Ernesto. Tal como lo cuentas, describes la felicidad de lo cotidiano, de lo sencillo ... de lo amable que puede ser la vida si consigues enamorarte de ella como tú haces, bendito aitite.
Un abrazo muy fuerte ... gracias por contárnoslo.

Ana dijo...

Es un relato muy bonito, el amor que hace que te pongas en marcha antes del amanecer. Hacemos lo que podemos, con los más cercanos y a todos los niveles a los que llegamos.

Besos Ernesto.

mariarosa dijo...

Un relato cotidiano, la vida y lo que otros viven y nos llega con su dolor.

mariarosa

Tracy dijo...

Qué dolor! Cuando trasponemos acciones de un lugar a otro...

Elda dijo...

Unas bonitas y serenas vistas campestres a media luz las que relatas, todo lo contrario a lo que mencionas después, y que de momento no nos implica aunque son inevitable sus consecuencias que ya nos llegan.
En cuanto a esa tarea tan tempranera con tu nieta, que decirte...
Un abrazo Ernesto y buen fin de semana.

Teo Revilla Bravo dijo...


Qué importancia tienen los momentos en que sentimos la vida a cada golpe de respiración y en este caso también de parabrisas, Ernesto. Los pensamientos, cuando encajan en la realidad que nos rodea, se hacen nobles, desbordantes, generosos. Es lo que saco en conclusión de ese pequeño rato de tu vida contado tan hermosa y delicadamente.
Es una suerte conocerte. Posees una altura de miras que convence y un alma entregada y bella.
Gracias por dejarme ser tu amigo.
Un abrazo.

Mara dijo...


¡Vaya madrugón! ¿Qué no hará un abuelo por su nieta? Aquí también llueve.
Nada de lamentos.
Un abrazo.

AMALIA dijo...

Las cosas sencillas son muy importantes.
Un abrazo. Feliz domingo.

Loles Miva dijo...

Espero que el examen le saliera muy bien a tu nieta. Es bonito el gesto mutuo de pedirte que la lleves, y que lo hagas.
Es bonito saber que podemos contar con los que nos aman. También que trabajan por nosotros los que aprecian la vida aunque ni siquiera nos conozcan. (Se me ha venido a la mente la cantidad de investigadores que se han puesto a nuestro servicio durante esta pandemia)
Buen domingo Ernesto

Sandra Figueroa dijo...

Mu bonito relato Ernesto. Vivir nuestro dia a dia es lo mejor... Saludos.

Maripaz dijo...

¡Ay, Ernesto que bonito escribes!
Me has llevado de la mano con esas pinceladas bucólicas del quehacer cotidiano, y he podido vivirlo en primera persona.
Tu prosa poética es muy bella.
¡Madre mía, dieciocho años ya...!
Tener un aitite como tú es una maravilla.
Ese buen hacer tuyo es encomiable.
Abrazos.

Conchi dijo...

Mucho madrugar pero disfrutaste de la compañía de tu nieta. En nuestras manos está ayudar en todo lo que podamos a Ucrania.

Un abrazo.

Piruli dijo...

Buenos días.
La verdad que es una realidad tan compleja y estamos sometidos a tanta desinformación que uno no sabe qué es cierto y qué no. Lo que es indudable es que siempre pierden los mismos y que aunque poco siempre podemos hacer algo.
Besos

Joaquín Galán dijo...

No pòdemos hacer mucho más ante la locura de una guerra. Solo vivir nuestro día a día y, en caso de ser creyente en algo, elevar una oración por ellos.
En cuanto a las ayudas materiales, cada cual tiene su punto de vista. El mío no es muy favorable a las ayudas individuales que la mayoría de las veces (como oocurre con las limosnas) solo sirven para limpiar la conciencia del que la ejerce. Además, es imposible ayudar a todos los que sufren alguna desgracia en este mundo loco.Yo soy más de creer en las instituciones que de verdad ayudan en estos casos (Soy socio de Cruz Roja desde 2005).

Un abrazo,Ernesto.

Isabel dijo...

Y entre todos hacer un mundo y una sociedad mejor.
Una utopía me temo.

www.somosfuego.blogspot.com
Un abrazo!

Dyhego dijo...

Ernesto:
¡qué importantes y valiosos son los abuelos!
Salu2.