Caminaba
por la acera a paso rápido, acababa de comprar algunos frutos secos
para su batido de mañanas y, al volver la cabeza a la acera de
enfrente, la vio. Joven, unos 30, tal vez, morena, pelo corto, liso,
con un vestido estampado a la altura de las rodillas… embarazada!
De muchos meses ya, si bien su paso era natural. No parecía que le
afectase el tamaño de la tripa. Iba acompañada de un matrimonio,
¿sus padres? Posiblemente.
No,
compañero de su edad, o parecida, no había…
Se
miraron… Él no quiso resultar molesto y volvió su cara durante
unos segundos… Pero volvió a mirarla… Ella no apartó sus ojos
de él. No en vano había cierta distancia entre ellos. No se
sintieron incómodos.
Mientras
él abría el maletero de su coche para introducir las compras, ellos
cruzaban la calle hacia su acera… Volvieron a mirarse, esta vez más
cerca…
Y
elaboraron un poema.
En
aquella mirada limpia, serena, de aquellos ojos grandes y negros,
expresivos en su naturalidad él leyó lo que ella quiso que leyese.
La comunicación entre ambos en aquellos pocos segundos fue clara e
intensa.
Ella
le dijo que se encontraba bien, en su embarazo y en su vida… Él le
transmitió que lo sabía… Pero que percibía un deje de algo. No,
tristeza no, pero sí que algo no estaba…
Ella
esbozó, desde su alma, una sonrisa sin alegría… Él le hizo ver
su proximidad, su afecto, su amistad.
En
su mirada, él leyó de nuevo…
─Sí,
tienes razón, «ayer»
estaba acompañada por el padre de mi hija, y hoy no lo estoy. Cosas
de la vida. «Ayer» tenía un compañero, y hoy ignoro donde está...
─...Lo
siento...
─Bueno,
la vida continúa... Estoy bien... Mis padres, mi familia, mis
amigos. Me siento segura. Es una agradable sensación... Me siento
querida... Y también
acompañada
por esta pequeña que ha decidido compartir su vida conmigo!
Sus
más de treinta años de diferencia de edad, no permitían equívoco
alguno. Allí no había nada más allá de una sencilla comunicación.
Limpia y natural. De las miles y miles que se producen entre la gente
día a día, pero que no siempre, casi nunca, se saben interpretar.
De
ahí
la
soledad que tiende a envolver a las personas entre si. El silencio
que se crea, y que nadie quiere, pero que muchos fomentan... De
ahí también esa falta de alegría generalizada, esa incomodidad
soterrada y manifiesta con la que muchos se levantan cada día..., en
un intento de superarla pero..., compañera ineludible, de nuevo, por las noches
en la cama.
Lo
que allí surgió, entre estas dos personas, no fue más que el
desnudamiento de alma. El encuentro de dos seres que se reconocían
en lo más profundo de sí mismos. El abandono momentáneo del
escenario en el que la humanidad interpreta sus papeles. ¡No su
realidad!
El mundo está lleno de soledades, soledades que nosotros mismos nos creamos.
ResponderEliminarBello relato.
Un abrazo.
Si fuéramos capaces de abrir nuestro corazón no serían necesarias las palabras. ¡Qué bonito relato! Un gusto haberlo leído. Feliz día, Ernesto.
ResponderEliminarAunque se viva en la soledad no siempre uno se siente solo ya que hay gente que piensa en ti y que te acompaña en algunos momentos del día.
ResponderEliminarUn buen domingo.
Muy tierno tu cuento Ernesto, pero una mirada de soslayo no da para saber la vida presente de cada cual, bajo mi punto... claro está. Y la soledad no existe sino la llamas. Y la de la cama es la mejor soledad que uno puede tener para dormir a pierna suelta, :))))).
ResponderEliminarQue conste que no te tiro de la oreja, es mi sinceridad. Podría disimular y romantizarla, pero para qué.
Un abrazo y buen domingo.
Solo faltó un paso: -Hola, te estoy mirando y me encantas, solo quería decírtelo -
ResponderEliminarQuien sabe lo que podría surgir al salir de nuestro silencio, a mi me pasa a menudo, veo gente por la calle, no los conozco, pero sé, casi con toda certeza que si les hablara, les dijera lo que siento cuando les veo, me contestarían con la misma naturalidad, pero, ahí está, la timidez, el pasar de largo por no molestar...yo qué sé, pero mira, lo voy a intentar y ya te contaré. Un abrazo amigo.
Pequeños milagros que dejan profundas huellas, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminar¡Qué bonito! La soledad es inevitable, al final cada uno está solo con su situación, pero rodeados de miles de soledades que a veces se abren, se conectan. Ojalá fuera más común esa conexión y dejásemos fluir nuestras emociones hacia los que nos rodean.
ResponderEliminarUn abrazo Ernesto.
Es un bonito relato.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Un abrazo, Ernesto.
Es verdad que hay miradas que acarician el alma, que curan. Precioso. Un abrazo Ernesto.
ResponderEliminarLa soledad es una pandemia y ningún laboratorio busca antídoto para detenerla.
ResponderEliminarEs un paso previo, Ernesto, a leer los pensamientos, que dicen ahora está ya próximo. ¡Dios nos libre!
ResponderEliminarMe ha parecido muy tierno el relato y muy auténtica esa comunicación sin palabras, a veces no es necesario decir y una mirada sincera llena más que muchos discursos.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bonito lo has contado, Ernesto...
ResponderEliminarDescribes muy bien ese mundo interior de cada uno, asomado en la mirada de unos ojos.
Pura prosa poética.
Felicidades.
ResponderEliminarLa mirada es un buen canal para el encuentro. Si es en silencio, mejor
Un abrazo, Ernesto
Qué bonito diálogo de almas Ernesto. Creo que son diálogos mucho más importantes de los que algunos piensan. Hay quien cree que no existen, pero sí que existen, por suerte.
ResponderEliminarY en cuánto a la protagonista de la historia, me alegro de que sintiese esa hermosa compañía, la de su hija, la de sus padres, y la suya propia, que es con la que jamás se debe dejar de contar.
Una historia preciosa.
Besos :D
Me ha parecido de una sensibilidad inmensa!
ResponderEliminarY quién dice que ese diálogo no fuera real?La mirada habla más que la palabra!!
Yo sí creo que entre extraños se pueda llegar a mantener una conversación sólo mirándole a los ojos,aunque sea sólo unos instantes.
Aunque me da la impresión de que esto ...no es sólo un relato
Besucos y que rueden ...esos encuentros
Gó
Un relato interesante, a veces los pensamientos van mas allá de la realidad.
ResponderEliminarQuizás pueda haber telepatía entre dos personas que no se conocen.
Un abrazo.
Cierto, Ernesto, si nos miráramos más como un paso a la comunicación, mucha gente se sentiría mejor. Pero ya ves, cada uno en su burbuja.
ResponderEliminarTe vuela un abrazo.
yo soy feliz no analizo nada
ResponderEliminarestoy cada dia mas linda
escribo mejor
no me falta nada
la vida me lo da todo
saludos
abrazos
ResponderEliminarUn hola, Ernesto, una sonrisa y un abrazo para ti. Y un buenas noches, desde aquí al lado.
Gracias por tu compañía ,siempre un placer recordarte .
ResponderEliminarAbrazos
te estaba escribiendo y me lo llevó el sistema ...no te decía nada en particular
Gracias Ernesto por tu compañía, hasta tenerla siempre en el pensamiento no se siente el corazón solo.
ResponderEliminarFeliz semana próxima.
Abrazos
Me gustan esos cruces de miradas, Ernesto, y esas historias que inventamos, intuimos y escribimos entre su pupila y nuestra pupila.
ResponderEliminarPuede que se acerque a la realidad, puede que sea todo lo contrario.
Alo mejor ella ha decido ser madre sola, y esa tristeza que el otro ve, sea solo el cansancio enorme que te da el embarazo en la recta final, junto con la incertidumbre de si vas a ser capaz de hacer todo lo que requiere criar a un hijo, y miles de preguntas más que luego se van solucionando amor e instinto.
Un beso,