domingo, 6 de octubre de 2019

...el encuentro.




Caminaba por la acera a paso rápido, acababa de comprar algunos frutos secos para su batido de mañanas y, al volver la cabeza a la acera de enfrente, la vio. Joven, unos 30, tal vez, morena, pelo corto, liso, con un vestido estampado a la altura de las rodillas… embarazada! De muchos meses ya, si bien su paso era natural. No parecía que le afectase el tamaño de la tripa. Iba acompañada de un matrimonio, ¿sus padres? Posiblemente.

No, compañero de su edad, o parecida, no había…

Se miraron… Él no quiso resultar molesto y volvió su cara durante unos segundos… Pero volvió a mirarla… Ella no apartó sus ojos de él. No en vano había cierta distancia entre ellos. No se sintieron incómodos.

Mientras él abría el maletero de su coche para introducir las compras, ellos cruzaban la calle hacia su acera… Volvieron a mirarse, esta vez más cerca…

Y elaboraron un poema.

En aquella mirada limpia, serena, de aquellos ojos grandes y negros, expresivos en su naturalidad él leyó lo que ella quiso que leyese. La comunicación entre ambos en aquellos pocos segundos fue clara e intensa.

Ella le dijo que se encontraba bien, en su embarazo y en su vida… Él le transmitió que lo sabía… Pero que percibía un deje de algo. No, tristeza no, pero sí que algo no estaba…

Ella esbozó, desde su alma, una sonrisa sin alegría… Él le hizo ver su proximidad, su afecto, su amistad.

En su mirada, él leyó de nuevo…

Sí, tienes razón, «ayer» estaba acompañada por el padre de mi hija, y hoy no lo estoy. Cosas de la vida. «Ayer» tenía un compañero, y hoy ignoro donde está...
...Lo siento...
Bueno, la vida continúa... Estoy bien... Mis padres, mi familia, mis amigos. Me siento segura. Es una agradable sensación... Me siento querida... Y también acompañada por esta pequeña que ha decidido compartir su vida conmigo!

Sus más de treinta años de diferencia de edad, no permitían equívoco alguno. Allí no había nada más allá de una sencilla comunicación. Limpia y natural. De las miles y miles que se producen entre la gente día a día, pero que no siempre, casi nunca, se saben interpretar.

De ahí la soledad que tiende a envolver a las personas entre si. El silencio que se crea, y que nadie quiere, pero que muchos fomentan... De ahí también esa falta de alegría generalizada, esa incomodidad soterrada y manifiesta con la que muchos se levantan cada día..., en un intento de superarla pero..., compañera ineludible, de nuevo, por las noches en la cama.

Lo que allí surgió, entre estas dos personas, no fue más que el desnudamiento de alma. El encuentro de dos seres que se reconocían en lo más profundo de sí mismos. El abandono momentáneo del escenario en el que la humanidad interpreta sus papeles. ¡No su realidad!

23 comentarios:

Juan L. Trujillo dijo...

El mundo está lleno de soledades, soledades que nosotros mismos nos creamos.
Bello relato.
Un abrazo.

Rita dijo...

Si fuéramos capaces de abrir nuestro corazón no serían necesarias las palabras. ¡Qué bonito relato! Un gusto haberlo leído. Feliz día, Ernesto.

Mari-Pi-R dijo...

Aunque se viva en la soledad no siempre uno se siente solo ya que hay gente que piensa en ti y que te acompaña en algunos momentos del día.
Un buen domingo.

Elda dijo...

Muy tierno tu cuento Ernesto, pero una mirada de soslayo no da para saber la vida presente de cada cual, bajo mi punto... claro está. Y la soledad no existe sino la llamas. Y la de la cama es la mejor soledad que uno puede tener para dormir a pierna suelta, :))))).
Que conste que no te tiro de la oreja, es mi sinceridad. Podría disimular y romantizarla, pero para qué.
Un abrazo y buen domingo.

Maru dijo...

Solo faltó un paso: -Hola, te estoy mirando y me encantas, solo quería decírtelo -
Quien sabe lo que podría surgir al salir de nuestro silencio, a mi me pasa a menudo, veo gente por la calle, no los conozco, pero sé, casi con toda certeza que si les hablara, les dijera lo que siento cuando les veo, me contestarían con la misma naturalidad, pero, ahí está, la timidez, el pasar de largo por no molestar...yo qué sé, pero mira, lo voy a intentar y ya te contaré. Un abrazo amigo.

maria cristina dijo...

Pequeños milagros que dejan profundas huellas, un abrazo Ernesto!

Yashira dijo...

¡Qué bonito! La soledad es inevitable, al final cada uno está solo con su situación, pero rodeados de miles de soledades que a veces se abren, se conectan. Ojalá fuera más común esa conexión y dejásemos fluir nuestras emociones hacia los que nos rodean.

Un abrazo Ernesto.

AMALIA dijo...

Es un bonito relato.
Feliz domingo.
Un abrazo, Ernesto.

Loles Miva dijo...

Es verdad que hay miradas que acarician el alma, que curan. Precioso. Un abrazo Ernesto.

Manuela Fernández dijo...

La soledad es una pandemia y ningún laboratorio busca antídoto para detenerla.

esteban lob dijo...

Es un paso previo, Ernesto, a leer los pensamientos, que dicen ahora está ya próximo. ¡Dios nos libre!

Conxita C. dijo...

Me ha parecido muy tierno el relato y muy auténtica esa comunicación sin palabras, a veces no es necesario decir y una mirada sincera llena más que muchos discursos.
Un abrazo

Maripaz dijo...

Que bonito lo has contado, Ernesto...
Describes muy bien ese mundo interior de cada uno, asomado en la mirada de unos ojos.
Pura prosa poética.
Felicidades.

Alís dijo...


La mirada es un buen canal para el encuentro. Si es en silencio, mejor

Un abrazo, Ernesto

Margarita HP dijo...

Qué bonito diálogo de almas Ernesto. Creo que son diálogos mucho más importantes de los que algunos piensan. Hay quien cree que no existen, pero sí que existen, por suerte.
Y en cuánto a la protagonista de la historia, me alegro de que sintiese esa hermosa compañía, la de su hija, la de sus padres, y la suya propia, que es con la que jamás se debe dejar de contar.

Una historia preciosa.

Besos :D

dijo...

Me ha parecido de una sensibilidad inmensa!
Y quién dice que ese diálogo no fuera real?La mirada habla más que la palabra!!
Yo sí creo que entre extraños se pueda llegar a mantener una conversación sólo mirándole a los ojos,aunque sea sólo unos instantes.
Aunque me da la impresión de que esto ...no es sólo un relato
Besucos y que rueden ...esos encuentros

Matías dijo...

Un relato interesante, a veces los pensamientos van mas allá de la realidad.
Quizás pueda haber telepatía entre dos personas que no se conocen.
Un abrazo.

virgi dijo...

Cierto, Ernesto, si nos miráramos más como un paso a la comunicación, mucha gente se sentiría mejor. Pero ya ves, cada uno en su burbuja.
Te vuela un abrazo.

Recomenzar dijo...

yo soy feliz no analizo nada
estoy cada dia mas linda
escribo mejor
no me falta nada
la vida me lo da todo
saludos
abrazos

María Socorro Luis dijo...


Un hola, Ernesto, una sonrisa y un abrazo para ti. Y un buenas noches, desde aquí al lado.

Marina-Emer dijo...

Gracias por tu compañía ,siempre un placer recordarte .
Abrazos
te estaba escribiendo y me lo llevó el sistema ...no te decía nada en particular

Marina-Emer dijo...

Gracias Ernesto por tu compañía, hasta tenerla siempre en el pensamiento no se siente el corazón solo.
Feliz semana próxima.
Abrazos

Tesa Medina dijo...

Me gustan esos cruces de miradas, Ernesto, y esas historias que inventamos, intuimos y escribimos entre su pupila y nuestra pupila.

Puede que se acerque a la realidad, puede que sea todo lo contrario.

Alo mejor ella ha decido ser madre sola, y esa tristeza que el otro ve, sea solo el cansancio enorme que te da el embarazo en la recta final, junto con la incertidumbre de si vas a ser capaz de hacer todo lo que requiere criar a un hijo, y miles de preguntas más que luego se van solucionando amor e instinto.

Un beso,