lunes, 17 de mayo de 2021

Dos realidades...

 


Ayer, mientras desgranaba en la cocina unas docenas de guisantes, sonaron las campanas de la iglesia con alegre revuelo. Y el pensamiento volvió hacia atrás, 1953, 5 años, Salamanca. Una iglesia hacia la que nos dirigíamos por una empinada calle, puede que a algún funeral, y donde una bandada de alegres y veloces vencejos acompañaban con su piar el sonido de las viejas campanas.

Era una tarde clara de verano en las tierras castellanas.

¡Ayer viví, por unos instantes, dos realidades!

¿Recordarán mis nietas, 10 y 17 años, el día de mañana el ocasional sonido de unas campanas?

¡En este caso sé que sí! Pues viven a pocos metros del campanario de Arrazola (se pronuncia Arrázola) y su gran campana rota. Sonido inconfundible al dar las horas en el valle.

23 comentarios:

Amapola Azzul dijo...

Tanto cambia el mundo y a tanta velocidad que a veces ni nos damos cuenta, pero aún hay lo bello dd lo analógico que no murió, el sonido de unas campanas, o la belleza de un atardecer.

Besos.

maría cristina dijo...

No puedo oir tus campanas, pero puedo ver el revuelo de golondrinas saliendo de ese lugar encantador, un abrazo Ernesto!

Margarita HP dijo...

Sonidos y momentos que se quedan en el recuerdo. En mi caso, añadiría los aromas... el olor a pan recién horneado de la panadería que había cerca de casa...mmmm, no se me ha olvidado jamás. Besos amigo mio :D

Alfred dijo...

Las campanas marcaban el paso del tiempo, la llamada a oraciones, las buenas y malas noticias y el arrebato. Ahora las silencian para que no molesten a los señoritos.

Un abrazo.

AMALIA dijo...

Siempre quedan esos buenos recuerdos. Hay cosas que no se olvidan.
Un abrazo. Feliz semana.

lunaroja dijo...

Yo creo que sí, que lo recordarán, siempre hay algo que queda impreso en el alma.
Y de repente,casi sin buscarlo, surgen inesperadamente.
Abrazo.

Tracy dijo...

Pues a pesar de vivir tan cerca de la campana, creo que no pensarán en ella porque tienen otras realidades como patrón comparativo y eso no quiere decir que sea mejor o peor, sólo quiere decir que son hijas de su tiempo y sus realidades.
Un abrazo

eli mendez dijo...

Holaaaaa Ernesto!
que bonitas esas dos realidades!
Traer inconscientemente a la memoria algo de nuestra infancia me parece encantador. También lo es que vivan en un lugar alejado de muchas otras cosas que contaminan bastante a la gente, y pues creo que para tus nietas ese sonido debe ser muy significativo. Seguramente si algún día se alejasen del lugar lo extrañarían!!En algún momento de sus vidas evocarían lo que viven hoy.. todo vuelve.. Un abrazo grandeeeeee y bonita semana que se inicia!!!

Siby dijo...



Parece mentira pero todos esos instantes,se nos
queda adherido en nuestra mente y lo volvemos a
delinear y seguir disfrutándolo y a tus lindas
nietas son especiales esos sonidos.

Besitos dulces

Siby

Sandra Figueroa dijo...

Bonito es recordar, y que nos recuerden Saludos amigo Ernesto.

Juan L. Trujillo dijo...

Los campanarios de la llanura, son como los faros en el mar: estos avisan con luces, aquellos con sonidos de bronce.
Un abrazo.

Gildardo López Reyes dijo...

Me parece fantástico cuando en un momento, sin previo aviso, somos trasladados a esa otra realidad que se compagina con la de ese día. Seguro que un buen campanazo llevará a la infancia a tus nietas.
Un abrazo.

Elda dijo...

Muy bonitas esas sensaciones aunque duren un instante. Hay muchas veces que cualquier acción, visión o perfume, nos hace viajar a un pasado lejano.
Yo con tan poca edad o quizás menos, solo tengo un recuerdo porque me impresionó, cuando me caí de cabeza al río por querer lavar como lo hacía mi madre un verano en el pueblo, se me escapó el trapito y por querer cogerlo me fui de cabeza, jajaja.
Un abrazo Ernesto.

Manuela Fernández dijo...

Yo hace tiempo que llegué a la conclusión de que la añoranza hace daño, al menos a mí. De ahí que no me permita más que mirar hacia delante.
SAludos.

Ángela dijo...

Lo que cada uno vive, nada tiene que ver con la experiencia del otro, incluso en ocasiones  vemos las cosas como somos y no como en "realidad" son.

Y es posible que me haya ido de tema...:))) 

Un fuerte abrazo Ernesto y buen día.


Loles Miva dijo...

Hola Ernesto! ¡Qué curioso! ¡Los vencejos con el toque a muerto los recuerdas como alegres! Yo recuerdo ese toque como una queja tan lastimera que todo quedaba empañado por el pesar. Los vencejos, siempre ajenos, seguían volando a pesar del aplastante calor de agosto a la hora de la siesta...
Instantes en los que una cosa te transporta a otra, y dan idea de lo intensamente que lo viviste. Me has transportado a mi infancia.
Un abrazo

Mara dijo...


Los sonidos de las campanas son difíciles de olvidar Alfredo. Sus toques nos llevaban a alegrarnos o entristecernos. Los sonidos campaniles que más recuerdo son los de "a fuego" y a la "muerte de un niño"
Abrazo grande Alfredo.

Laura dijo...

Recordarán eso y mil cosas más. Cada uno tiene sus propios recuerdos. Buena memoria la tuya 😉
Un abrazo.

Teo Revilla Bravo dijo...

Repito, Ernesto, entré con otro usuario sin percatarme, puedes borrarlo, se trata de karyn Huberman. Repito:

Hay momentos retenidos en la conciencia de uno, que afloran inevitablemente bien por unas causas, bien por otras. Me has trasladado a la niñez. Para mí también las campanas tenían un poderoso interés, aunque no sabiendo bien el por qué. Y la bandada de los pájaros, y el transcurrir de las nubes en el cielo o los campos de cereales cargados de amapolas... La vía, pese a todo, sacaba sus colores.
Gracias, Ernesto, y fuerte abrazo.

Maripaz dijo...

Los tiempos cambian, Ernesto, pero me alegro mucho que tus nietas puedan todavía escuchar el sonido de las campanas. Seguro que les llevará con el paso del tiempo a recordar retazos de su historia.
Los sonidos, los olores, los paisajes, nos acompañan siempre como algo pegado a nosotros mismos.
El repique de las campanas me retrotrae a mi infancia, adolescencia y juventud en el pueblo. El leguaje de las campanas era algo mágico.
Gracias.

Rachel dijo...

Siempre habrá sonidos, olores, recuerdos que se nos quedan grabados de la infancia. En mi pueblo también suenan las campanas, y me encanta escucharlas cuando llaman a mis o cuando las ondean en fiestas. Cuando muere un vecino se dice que " tocan a muerto".Ojalá esas cosas antiguas duren para siempre.

Joaquín Galán dijo...

Yo también las recuerdos de pequeño,allá en el pueblo,me traían paz.En la actualidad tengo una iglesia cerca de mi casa,en la ciudad,que hace sonar una especie de campana los domingos a la hora de la misa.Y digo una especie porque su tañido nada tiene que ver con el de aquellas de mi infancia.Esta de ahora es una de esas campanas que se tocan solas por medio de algún mecanismo eléctrico (no estoy muy al corriente,la verdad) porque su sonido suena a falso,como sin alma.Si las de Arrázola son auténticas campanas,seguro estoy de que tus nietas no las olvidarán jamás.

Abrazo,Ernesto.

hanna dijo...

Bonitos instantes que quedan grabados en la mente y en el corazón. Un abrazo