Es temprano… O tarde. Según se mire. La hora es la misma, pero si la miramos desde el ángulo: “no me he acostado”, no es lo mismo que: “me acabo de levantar”. O “son las tantas” o “qué temprano es”. No voy a negar que algo de sueño hay… Pero ya ganas de meterme en la cama, va a ser que no.
Voy con el ritual de colar el té. Tal vez llegue alguna idea sobre la que decir algo…
Primer sorbo… Mente en blanco…
Como el campo visual que tengo es limitado, escribo desde el salón/cocina, me fijo en el dibujo de las tazas sobre la mesa. Una especie de amapolas de color gris y, tal vez, lo que parecen unos vilanos (esos plumerillos que tiene la planta “diente de león”).
He dispuesto dos carpetas sobre la mesa, de colores diferentes, con dos temas a resolver. Pero puede que acabe haciendo lo de cada día… Volverlas a guardar sin haberlas abierto. Es lo que tiene el tener un trabajo “relativo”… A estas alturas de la vida.
Administro algunos temas, inmobiliarios. Hay cosas que hago de hoy para mañana, o de mañana para la tarde. Pero otras, no de menor relevancia, se van posponiendo según deriva el día.
Y es que, como afirma Kaya en su blog de fotografías de aves, My Big Little World: “en general, la vida es buena”.