En un pequeño rincón rural entre montes, valles y naturaleza de un lugar que no puedo nombrar, entre casas de campo y algunas viviendas, los servicios sociales de la Comunidad han dado cobijo, vivienda, a una mujer marroquí. No sabe nada de castellano. Está sola. Si exceptuamos al policía que la protege las 24 horas del día. Siempre pendiente de ella, cuando sale de casa, y si no atento a quien entra en el edificio.
Tiene la suerte, ella, de poder contar con una vecina y su familia, mujer marroquí también, para poder traducirla llegado el caso.
Y, cómo no, con todos los habitantes de la zona en lo que pudiesen ayudar.
Dice la España “negra” que la violencia de género no existe. Y cabe suponer, afirmar más bien, que si esta mujer dependiese de instituciones con esa ideología de ultra derecha, otro gallo le cantaría…
Hoy, y siempre, al despuntar al alba, los únicos gallos que oye son los de los prados cercanos.
La violencia de género es más común de lo que se cree, se quiere ver o hacer creer.
ResponderEliminarDirei sempre não à violência
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Saudações cordiais. Feliz fim de semana.
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Poema: “ Embalado em teus braços... “
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No se puede erradicar lo que no se quiere reconocer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu entrada me ha recordado a una mujer que conocí, Soledad, tenía un temperamento terrible, de raza gitana te la puedes imaginar cuando se enfadaba, pero en una persona de gran calidad humana. Tuvo esa mujer la valentía de denunciar a su marido por las palizas que le daba y se quedo sola, más sola que la una, aún así creo las décadas que vivió tras esa decisión le compensaron.
ResponderEliminarBuen día Ernesto, besos!!
Alguien que la custodia, la vecina cercana, la naturaleza que la rodea, ya no está sola, un abrazo Ernesto!
ResponderEliminarTal cual, Ernesto, esperemos que eso, (radicales al poder) por mucho que las dos Españas más radicales parecen empeñadas en alimentar el incendio entre ellas, no suceda.
ResponderEliminarUna singular noticia, sí, de esas que no salen en las primeras páginas de los periódicos.
Feliz domingo y feliz canto del gallo, cuando suceda.
Un corto relato que refleja la vulnerabilidad que aún padecen algunas mujeres, la misericordia que se expande entre los vecinos, y el peligro de caer nuevamente en esa negrura de la falta de derechos que recuerdan tanto a épocas de represión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tenga mucha suerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarQue triste son esas historias, que en todos
los lugares se repiten, espero que se solucione
y viva tranquila.
Besitos dulces
Siby
La violencia existe, por supuesto, llamese como se quiera... Y los violentos (y hablo en genero neutro) tambien. Eso es indudable. Y las victimas, sean las que sean, deben ser ayudadas...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Una muestra más del fracaso de la sociedad. Que fracasa, siempre fracasa.
ResponderEliminarDejé un comentario, pero se ha debido perder en los spam... En fin, llamese violencia de genero o no, lo importante es que los "debiles" sean protegidos... Aqui, pienso, lo importante son los hechos, no tanta palabreria, que ya aburre un poco... Mano dura con los desalmados es lo que hace falta...
ResponderEliminarUn abrazo