sábado, 1 de julio de 2023

No hay título para esto...

 


No tenía muy claro de qué hablar y ha surgido algo de lo que voy sobrado. ¡Objetivos! Y precisamente hoy que me he propuesto no tener en cuenta a ninguno de los que ya rondan o están. Algunos esbozados, otros en ciernes, unos propios, otros de terceros. Y es de estos últimos donde sobresale el caso de un amigo mío, 84 años. Al que conocí hará unos tres. Caso del que comenté algún punto el mes pasado. No voy a repetirme.

Viudo desde hace unos diez años, convive con su compañera y cuidadora. Si bien la cabeza bien puesta, la movilidad ya le obliga a contar con ayuda ocasionalmente.

Amplio patrimonio inmobiliario, compartida la propiedad con sus dos hijos, por la herencia de la madre, no puede disponer de ello por la oposición de ambos hijos. Diplomático en Líbano uno, ingeniero en Helsinki, Finlandia, el otro. No hay comunicación entre ellos.

De hecho ya le recluyeron con engaños en una residencia de ancianos. Consiguiendo salir de ella al cabo de dos meses.

¿Qué papel juego hoy en la vida de estas dos personas? Que viven a 90 km de mí.

Inicialmente recabar todo tipo de información, documentación, Notarías, testamentos, poderes notariales que haya, etc. Organizar todo el papeleo que ya cubre la mesa de trabajo de Fernando. Ponerle en contacto con su actual abogada. Su compañera ha tenido que hacer frente a una demanda judicial por parte de los hijos… Que buscan que se quede sin ayuda y, por su movilidad reducida, poder ingresarle de nuevo en residencia de ancianos.

Después vendrá el trabajo de campo. Con toda la situación real expuesta sobre la mesa, ir optando por los pasos adecuados para intentar conseguir liberarle de la limitación que los hijos hoy representan.

Hasta aquí llegan mis palabras sobre el tema. ¡Aquí no hay mérito alguno!

Y queda más que claro que lo único que he hecho es reflejar una realidad, que puede que no sea la vuestra… ¡Pero abunda!