Puedes quedarte solo... Cuando más necesitas amigos, familia, apoyo, compañía y... tal vez cuidados.
El "otoño", esa tercera edad en el ser humano es, como en las cuatro estaciones, una época encantadora... Que hay que saber valorar y vivir.
Mi padre decía al ir cumpliendo años, vivió hasta los cien, lúcido y activo, que se estaba quedando sin amigos. Pues estos se estaban yendo antes que él...
Aquella sentencia dejó huella en mí.
¡Quién sabe el día de mañana qué puerta se te abrirá y qué manos te prestarán ayuda!
Sentados ayer al sol del mediodía en una terraza, un amigo me decía al preguntarle yo por otro común a los dos: "...no me preguntes, estoy enfadado con él."
Tras contarme los pormenores de la historia, no cabía negar que era él el causante del malentendido. Y no contento con ello, le llamó por teléfono e intentó echarle en cara al otro la cuestión. ¡El otro le colgó el teléfono!
Y la cuestión es desde ese día, y no hace tanto, que una amistad de toda la vida, dos amigos que junto a otros se han relacionado siempre bien, con aprecio y respeto, de paseos diarios y organizado salidas y comidas a la costa u otros lugares, hoy, el primero, el causante, el de más edad, creo que ronda los 83 años, el que vive solo, y siempre ha sido algo peculiar, me comentaba que, teniendo ganas de ir a comer a algún sitio, como antes, no se decidía por costa o interior...
Dejando entrever que de ir, lo haría solo! Y ahora que lo pienso, puesto que ya no tiene vehículo, ¿quién le acompañará?
Del grupo de amigos/cuadrilla para ir a comer, entre los que me incluyo, hoy la mayoría viven su propio otoño... Y si bien la sonrisa no se ha borrado de su rostro, sus condiciones particulares mitigan en parte las carcajadas del ayer.