La comunicación es fundamental.
Si bien no siempre tenemos el acierto de la palabra justa, o cuando menos adecuada.
Algunas personas afirman que tienen derecho a expresar lo que sienten, o lo que quieren decir en un momento dado. Como si ese derecho conllevase por sí idoneidad, oportunidad, y/o receptividad obligada por parte del otro...
Pero la comunicación no es eso. La buena comunicación es otra historia.
Es un têt a tèt basado en la necesidad, claro que sí, pero teniendo en cuenta las necesidades del otro. El respeto, en primer lugar, debe estar presente. Después puede surgir el aprecio. Más tarde la amistad y la confianza. Y una vez ahí, el disfrute compartido entre todos.
¡La comunicación! Quienes escribimos en un blog, leemos los blogs de otros, compartimos trabajos, fotografías, pintura, poesía, etc., o nos expresamos en prosa, practicamos la comunicación...
Nos conocemos, sabemos quién es el otro. Incluso más de lo que algunos creen haber permitido. ¡Pero es así! La buena comunicación, la confianza que ella permite, el respeto demostrado a lo largo del tiempo, el conocimiento que todo ello facilita del otro, no lo considero mérito de uno.
Es más bien la apertura de si mismos que todos, la mayoría, nos permitimos... tras una pantalla! Ella tiene, a mi modo de ver, un encanto especial. A diferencia del cara a cara que utilizamos en el devenir normal del día a día.